El ser humano ha provocado múltiples perturbaciones en el medio ambiente; por ejemplo: a) modificación del hábitat de las especies; b) transformación de bosques y selvas en terrenos de cultivo; c) sobreexplotación de especies, hasta la extinción; d) introducción arbitraria y no regulada de especies en ecosistemas, incluyendo aquellas que no tienen competidores ni depredadores, o que son ellas mismas depredadores demasiado eficientes o fuertes competidores, desplazando a las especies endémicas; e) invasión, con ciudades, del espacio que correspondía a plantas y animales; f) monocultivos de especies de alto rendimiento para nuestra alimentación; g) liberación de sustancias tóxicas al ambiente, que muchas veces han eliminado la vida en lagos, ríos y grandes extensiones de terreno.
En Chile, a lo largo de la historia, uno de los efectos más serios ha sido generado por la minería metálica. Nuestro país es eminentemente minero, disponiendo de una alta cantidad y diversidad de yacimientos metálicos y no metálicos. La minería del cobre, que constituye el producto principal de exportación de Chile, ha tenido un efecto negativo en el medio ambiente, debido a la carencia de leyes de protección durante la mayor parte de la historia minera de nuestro país. La explotación minera del oro, la plata, el salitre e inicios del cobre, tuvo efectos directos e indirectos sobre el medio ambiente, por los enclaves mineros asociados a las mineras en funcionamiento.
Los efectos indirectos se reflejan en la sobreexplotación de la fauna nativa, por las densas poblaciones en los campos mineros; en el aumento de la población que requirió de una mayor actividad ganadera, principalmente de ganado caprino, lo que conllevó la destrucción de la ya escasa cubierta vegetal (sobrepastoreo); en los enclaves mineros que requerían de fuentes energéticas, lo que llevó a una extracción intensa de leña y de algunas especies vegetales. La eliminación de la cubierta vegetal generó una fuerte erosión (ver Figura 4.1) y degradación de la tierra, las cuales aún persisten.
Ejemplos en los que se evidencian los efectos indirectos son:
- Destrucción de los bosques de tamarugo en la Pampa del Tamarugal (región de Tarapacá), para usarlo como combustible en la industria del nitrato.
- Uso de la llareta como combustible en la industria cuprífera, lo que la llevó a verse amenazada por sobreexplotación.
Los efectos directos se encuentran en el uso masivo de especies leñosas, en el requerimiento de madera para reforzar los túneles de las minas subterráneas y como fuente de combustible para el proceso minero; en la disminución de la calidad del agua por evacuación de relaves directamente a cursos de agua y al mar. Ejemplos en los que se ven reflejados los efectos directos son:
- En el balneario de Michiya (II Región): la liberación de desechos sólidos directamente al mar, por una mina de hierro, produjo la embancación de estos en la playa.
- En la bahía de Chañaral, la mina de cobre de la división El Salvador, hasta 1980 liberaba sus relaves al río Salado, lo que produjo serias alteraciones ecológicas en la bahía. Se estima que entre 1920 y 1975, 150.000.000 de toneladas de material sólido fueron vaciadas al río, los que dañaron los recursos naturales marinos.
- Disminución de la calidad del aire, por la liberación de contaminantes gaseosos y particulados a la atmósfera, realizada por fundiciones. En nuestro país existen seis fundiciones: Chuquicamata, Caletones, Potrerillos, Ventanas, Paipote y Chagres, las cuales no tenían límites legales para emitir desechos al ambiente. La contaminación del aire ha producido daños en nuestra salud y ha tenido efectos negativos en las actividades agropecuarias de las áreas cercanas a la fundición. Por ejemplo, la fundición de cobre en Ventanas, comuna de Puchuncaví (Quinta Región), que comenzó a funcionar en 1964, ha tenido efectos en la salud humana, ganadera y en la vegetación presente en el área.