Los partidos políticos durante este período fueron homogéneos, el espectro político creció y los partidos aumentaron su protagonismo. Estos actuaron a través del Congreso, donde intentaron debilitar el poder del Ejecutivo y acrecentar su poder. De esta manera, ellos se transformaron en los principales actores del escenario político.

Las principales diferencias entre los partidos radicaron en la valoración que se le daba a la religión y al racionalismo. Aun así, los asuntos doctrinarios que habían afectado al país durante la segunda mitad del siglo XIX fueron cada vez menos relevantes, siendo remplazados por la enseñanza educacional. Los partidos políticos durante este periodo fueron homogéneos ideológicamente, ya que todos estuvieron inspirados en la doctrina liberal. No hubo grandes diferencias en temas relacionados con la contingencia política y existió un consenso general en todos los partidos de que el parlamentarismo era el régimen más apropiado. Este consentimiento político se entiende en la medida en que los partidos políticos representaron los intereses de la oligarquía, que controlaba todos los aspectos de la vida nacional. Sin embargo, en 1912 se conformó el Partido Obrero Socialista (POS), el que en 1922 se transformó en el Partido Comunista (PC). Este acaparó a los sectores obreros que incidieron en la escena política con un discurso ideológicamente diferente.

La organización interna de los partidos fue bastante ineficiente. No existió una real estructura institucional que abarcase todo el territorio nacional y tampoco se exigió la disciplina de partido. Según el historiador René Millar, esto último se entiende en un marco de respeto a las libertades individuales y a la ausencia de una agenda programática de los mismos partidos sobre ciertos temas.

Un fenómeno interesante que ocurrió durante esta época fue que los miembros de los partidos tomaron las grandes decisiones en los centros sociales de Santiago. Así, el Club de la Unión, el Club Hípico y algunas mansiones de hombres públicos terminaron por transformarse en el verdadero Congreso. Estos lugares fueron los centros de la aristocracia nacional, donde solo unos pocos tomaban las decisiones políticas que regían a todo el país. Mientras, en las afueras de Santiago, los conventillos crecían, las enfermedades se propagaban y el malestar de los obreros aumentabla.

Partidos políticos y alianzas

El sistema de partidos se caracterizó por la existencia de varios de ellos. Sin embargo, solo seis contaron con presencia en el parlamento: el partido Conservador, el Radical, el Nacional, el Demócrata, el Liberal Democrático y el Liberal.

Estos partidos debieron agruparse y hacer alianzas para poder tener representación parlamentaria y así formar parte del gobierno de turno. De esta manera existieron dos grandes alianzas: la Alianza liberal, conformada por los radicales, demócratas y parte de los liberales, y cuyos principales postulados fueron la defensa de la intervención estatal en la educación pública y privada y frenar la intromisión política de la Iglesia católica. Por otro lado, nació la Coalición conservadora, unión partidaria que incluía al Partido Nacional, a los conservadores y liberales democráticos. Estas alianzas tuvieron un objetivo similar: alcanzar una unidad entre la diversidad de partidos para así lograr sus aspiraciones políticas, asegurando la rotación regular entre gobierno y oposición.

A pesar de los múltiples partidos existentes, estos grupos no reflejaron la realidad y el sentir nacional, ya que fueron los sectores aristocráticos y medios altos los que detentaron el poder. Los partidos políticos que destacaron durante este período fueron los siguientes:

  • Partido Conservador. Fue el representante de la Iglesia católica en el ámbito político, ya que creían firmemente que el poder civil debía someterse a esta institución. Entre sus representantes se destacaron Manuel José Irarrázaval y los hermanos Walker Martínez. Sus integrantes fueron principalmente miembros de la aristocracia terrateniente, y en menor medida, de la clase media. La base de su electorado estuvo representada por el campesinado de los fundos de los patrones conservadores. La principal lucha que dieron fue contra el laicismo, que tuvo su expresión en la defensa de la enseñanza religiosa y el protagonismo de la Iglesia al interior de la sociedad. Entre los principales órganos de prensa de los conservadores estaban El Diario Ilustrado, El Estandarte Católico y El Independiente.
  • Partido Radical. Se organizó formalmente en 1888 y se caracterizó por su anticlericalismo, sus ideales inspirados en la Revolución francesa y su relación con la masonería. Atrajo a sus filas a los sectores medios: profesionales, burócratas, intelectuales y artesanos. Entre sus miembros más destacados se encontraron el parlamentario Enrique Mac Iver y el jurista y educador Valentín Letelier, este último encabezó una corriente basada en la justicia social y la injerencia del Estado en todos los asuntos. Los radicales combatieron la intervención de la Iglesia católica en la política y se transformaron, a fines del siglo XIX, en la cabeza visible de las reformas laicistas. A medida que transcurrió el período parlamentario, el Partido Radical fue acaparando personas de diferentes tendencias, por ende, este se convirtió en un partido bastante heterogéneo con sectores cercanos a la izquierda y a los conservadores.
  • Partido Nacional. Este sector representó a grupos plutocráticos que controlaban la banca y el comercio. Su líder fue Pedro Montt. Durante el parlamentarismo, este partido, a pesar de su creencia en un poder Ejecutivo fuerte y autoritario, adhirió a una mayor participación del Congreso frente al Presidente. A medida que transcurrían los años, su representación electoral fue disminuyendo, pero sus miembros fueron importantes tanto para los aliancistas como para la Coalición.
  • Partido Demócratico. Este partido se originó en el ala más avanzada del radicalismo, y afirmó defender los intereses de los artesanos y los sectores obreros. En un principio estuvo formado por parte de la burguesía, pero poco a poco se adhirieron los obreros de las ciudades y los trabajadores del salitre y del carbón. Entre sus dirigentes destacaron Malaquías Concha y Ángel Guarello. Los democráticos reflejaron la concientización de los sectores populares y de su integración a la vida política. Sin embargo, las aspiraciones de igualdad político-social terminaron fraguándose frente al sistema parlamentario.
  • Partido Liberal. Durante el período parlamentario no existió un único partido liberal, sino varias facciones y, como afirma el historiador Cristián Gazmuri, estas facciones de centro fueron laicizantes o indiferentes al tema religioso y fundaron su acción política dependiendo de las circunstancias de cada momento. Constituyeron la principal fuerza electoral, debido a que la mayoría de los presidentes del período pertenecieron a este grupo político. Sus principales postulados estaban relacionados con la tolerancia, la defensa de las libertades y los derechos del individuo. Sus miembros eran de la oligarquía, controlando gran parte del voto del campesinado. Durante las primeras décadas del siglo, los liberales entraron en un proceso de democratización de acuerdo a las tendencias de la época. Entre los representantes de este período encontramos a Arturo Alessandri, Manuel Rivas Vicuña y Eleodoro Yáñez.
  • Partido Liberal Democrático. Sus miembros también fueron conocidos como balmacedistas, en alusión a su adhesión al pensamiento político del presidente Balmaceda. Con una rapidez sorprendente, los derrotados se reunieron en 1893, donde tomaron el nombre de liberales democráticos y sentaron las bases para la creación de un partido que les permitiera incidir en el escenario político nacional. Los balmacedistas defendieron el sistema de gobierno representativo-presidencial, contra el parlamentarismo vigente en Chile, a pesar de aceptar las reglas del sistema. En un principio, sus integrantes pertenecieron a la baja y mediana burguesía, pero con el tiempo se sumaron personas del grupo aristocrático. Entre sus dirigentes se encuentra Juan Luis Sanfuentes, quien más tarde sería Presidente de la República (1915 a 1920).