Congestion en Santiago

Para ninguna persona que habite en Santiago es ajeno el problema de la congestión vehicular, puesto que este fenómeno afecta tanto a peatones como automovilistas y es el causante de accidentes, problemas ambientales y los llamados “tacos” que tanto abundan en la capital.

El problema se inicia cuando la cantidad de automóviles es mayor que el espacio destinado a estos, lo cual retrasa el flujo vehicular. No parece raro, entonces, que el problema persista, puesto que en Santiago ha aumentado notablemente el parque automotriz, alcanzando cifras cercanas a los dos millones de vehículos y un aumento del 31,9% en los últimos cinco años. Esto sumado a una disminución en el largo de los caminos, cercana a 3.000 kilómetros menos en relación al año 2017 son un claro indicio de que el problema está lejos de solucionarse.

Las acciones que se han tomado para intentar solucionar el problema han sido en su mayoría consistentes en el mejoramiento o construcción de infraestructura vial. Lo anterior, a simple vista, parece la mejor opción; aumentar la capacidad de las calles y la calidad de estas para poder movilizarnos más rápido. Sin embargo, estas medidas sólo han tendido a exacerbar el problema ya que lejos de desincentivar el uso del automóvil, lo promueven. Acciones como la anterior generan gastos millonarios y muchas veces comprometen áreas verdes al ensanchar las calles.

Un método económico para desincentivar el uso de un bien es aumentar el precio del mismo para disminuir la demanda. Es este concepto el que se ha usado en otros países para solucionar el problema, implementando un sistema de tarifas de congestión que cobra por el uso autopistas y aumenta el valor en horas peak. Así, los automovilistas se ven obligados a planificar eficientemente su viaje y se potencia el uso del metro y el transantiago, para lo cual, se debe utilizar la tarjeta Bip!. En el siguiente link podrá revisar el saldo bip de la tarjeta.

Medidas como la anterior son las de mayor efectividad y sin duda deberían aplicarse en el sistema vial chileno, ya que esto generaría automovilistas preocupados y un aumento del dinero destinado a mejorar la calidad de las calles que están actualmente y no la cantidad de estas, causando viajes más amenos y calles más expeditas.